Barry Putter y el mechero Bunsen

Barry Putter era un golfista muy famoso y reconocido por todo el mundo hasta que un día recibió una visita inesperada. Era un hombre gordo, de barba abundante y de voz muy gruesa que le dijo: "Así que tu eres el señor Putter. No te veía desde que eras así de chiquito". Asombrado, Barry le pregunta su nombre a lo que le responde: "¿Acaso no te acuerdas de mí? Soy Santa Claus y vengo a llevarte a Swingwarts: la academia de golf y carpintería". Barry aceptó sin dudarlo, ya que la razón de su fama fue haberle pegado un pelotazo en la cabeza al presidente en un hoyo de par veinticuatro y estaba huyendo del F.B.I. (Fundación de Bolivianos Inmigrantes).
Una vez encaminados hacia Swingwarts, Claus comenzó a contarle todo lo que debía saber sobre dicha academia y lo que debía llevar para su estadía allí. La lista incluía:

- Un caddy con poca personalidad, para que sea mas fácil humillarlo cuando errás un tiro y querés descargarte.
- Un juego completo de palos de golf.
- Un carrito.
- Un gato, para el director que le encantan los gatos.
- Un putter mágico.

Una vez adquirido todo lo de la lista, Barry estaba listo para ir a Swingwarts. Claus le dió su boleto de avión, el cual debía abordar en el aeropuerto de Ezeiza. De camino al aeropuerto pasaron a recoger un paquete por un lugar un tanto extraño que le había encargado el director. Claus le pidió a Barry que no cuente a nadie de su visita a ese lugar.
Cuando Barry se disponía a abordar el avión, escucha una voz que le dice: "señores pasajeros, el vuelo 2394,33 periódico se a retrasado a causa de un piquete que lo tiene retenido sobre la 9 de julio". Así que Barry decidió practicar un poco mientras esperaba el avión. Cinco personas fueron hospitalizadas y dos resultaron muertas a causa de los palazos y pelotazos que recibieron.
Una vez en Swingwarts, Barry conoce al que luego sería su mejor amigo: Ronald McDonald. Dirigiéndose hacia el gran comedor, se cruzaron con una persona un tanto arrogante y maligna. Su nombre era Tiger Woods y quería ser el mejor de todos a cualquier precio.

¿Continuará?

Prometo que si tengo ganas de intentar ponerme a pensar una continuación para la historia, trataré de convencerme de tratar de escribirla.
Un beso baboso, con la primer baba de la mañana que es más concentrada.